10/28/2008

Cuesta Abajo

Éramos tres los locos del grupo. Nos hacíamos llamar los Iowa Yekekes, algo que no tenía sentido para nadie y ni siquiera para nosotros. La única finalidad que teníamos era la de pasárnoslo bien fastidiando un poquitín a los demás sin que llegase la sangre al río, aunque he de confesar que alguna vez sí que salpicó un poco.
Lo que no se le ocurría a uno se le ocurría más tarde a otro, y cuando alguno proponía algo, otro opinaba otra cosa para mejorarla y llevar la idea un poco más allá.
En estas, una tarde que estábamos aburridos, se nos ocurrió fabricar un carro con ruedas para tirarnos por la cuesta del Sequén; una pendiente que hay un poco más allá del Valle Perdido en dirección a la Cresta del Gallo. Dicha cuesta parecía peligrosa pero ignorando este detalle nos dispusimos a preparar el carro que en un principio tenía que ocupar una persona. Conforme íbamos acumulando materiales nos fuimos emocionando, así que decidimos fabricarlo para que pudiésemos montarnos los tres y disfrutar al mismo tiempo de la experiencia.

Llegó el día “D” y todo estaba preparado. No sabíamos que es lo que iba a ocurrir ya que no habíamos realizado ni una sola prueba, pero teníamos confianza en nuestro diseño. Los tres llevábamos puesta una camiseta de color verde fosforito con el nombre de nuestro grupo escrito a rotulador. Estábamos nerviosos pensando en la velocidad que podríamos alcanzar al final de la pendiente, pero aun así estábamos preparados. Nos subimos los tres al carro sin dejar de reírnos y especulando sobre lo que iba a ocurrir. Una vez acoplados, los dos de atrás empezamos a dar impulso apoyándonos con las manos en el asfalto y empujando fuertemente. Todavía no nos habíamos movido ni dos metros cuando una de las ruedas sin dar ningún tipo de aviso se dobló quedando completamente acostada bajo la tabla sobre la que íbamos sentados. Nos frenamos en seco y después de al menos diez segundos que parecieron diez minutos, pudimos reaccionar y darnos cuenta de que la aventura había terminado antes de empezar. Ese día terminó con unas cervezas en la mano e imaginando lo que podía haber ocurrido si todo hubiese ido bien, pero eso sí, habíamos trabajado en equipo y lo habíamos pasado muy bien.

No hay comentarios: